Antes que el cielo y la tierra
la Palabra existía ya…
y en su bondadosa porfía
y para enseñarnos a amar
por fin se vino a encarnar
en el seno de María.
Antes que el suelo y el mar
la Palabra, Luz de Vida,
con su potencia encendía
en toda la creación
el movimiento interior,
el movimiento de la vida.
Y esa Palabra Divina,
ese Hijo Eterno de Dios,
el Verbo co-creador,
se hizo hijo de María:
y en una noche muy pía
en un pesebre alumbró.
La Palabra se hizo carne,
se hizo hombre y nació…
y Él, sin dejar de ser Dios,
se hizo niño en la Judea…
la Luz se quiso mostrar
en las más densas tinieblas.
La Palabra verdadera
de nuevo se quiere encarnar:
hoy se quiere presentar,
como la Luz que renueva,
por la conducta sincera
del corazón del creyente.
No debemos rechazar
-sino con amor acoger-
al que hoy quiere nacer
para que todos vivamos.
El Dios que se hace hermano
para hacernos como Él.
Que la Palabra encuentre
disponibilidad y buen sentido…
que no dejemos escondido
el tesoro que nos confió:
el Verbo eterno creador
nos da la Luz de la Vida.
Antes que el cielo y la tierra
la Palabra existía ya…
y en su bondadosa porfía
y para enseñarnos a amar
por fin se vino a encarnar
en el seno de María.
Autor: P. Javier Murador. 3/1/2010
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